Una cosa importante (Lc 10, 38-42)
Hoy en día, «escuchar» ya no es sencillo, y si ustedes han visto a los sordos: —¿QUEEÉ?— hablan fuerte, hacen mucho ruido, y en la vida espiritual también, el que no quiere escuchar hace mucho ruido. Cuando empezamos a vivir en el ruido, escapamos del silencio, escapamos de estar a solas con Dios y el silencio es una necesidad del hombre, pero las malas costumbres que ahora tenemos nos hacen vivir aturdidos, quiénes tienen una hora de silencio antes de dormirse, si eres de los que se duerme con el televisor encendido. El sordo ya en el peor de los casos es también mudo, sordomudo, el que no escucha no puede hablar y no puede orar; para curar esta enfermedad tienes que empezar a escuchar y terminaras orando, y de ahí en adelante prende una vela en tu cuarto, porque 2 minutos de soledad con Dios previene la sordera.
Oración a Dios Espíritu Santo
¡Oh Espíritu Santo!, llena de nuevo mi alma con la abundancia de tus dones y frutos. Lléname, sobre todo, de tu amor divino; que sea el móvil de toda mi vida espiritual; que, lleno de unción, sepa enseñar y hacer entender, al menos con mi ejemplo, la belleza de tu doctrina, la bondad de tus preceptos y la dulzura de tu amor. Amén.
Lectura: Lc 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te angustias por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte mejor, que no le será quitada». Palabra del Señor
Mensaje de consolación
Cleopatra fue la última reina del imperio egipcio, nació en el año 69 A.C. era una mujer excepcional, los historiadores nos dicen que era una mujer que tenía las cinco cualidades que difícilmente encontramos en una mujer. La primera cualidad es que era una mujer bellísima, tipo Larissa Riquelme; la segunda cualidad que es bien difícil encontrar en una mujer bellísima, es que era muy inteligente. Encontrar estas cualidades juntas en una sola mujer es casi imposible. En una ocasión en un certamen de belleza le preguntaron a una de las finalistas: —¿Cuál es la principal causa de hambre en el mundo? la Miss no sabía que contestar y de los nervios solo sonreía de oreja a oreja sin parar de saludar a todo el público. La tercera cualidad de es que ella era una mujer culta, tenía una facilidad para aprender idiomas, hablaba perfectamente el latín, griego, hebreo, sirio y arameo. Era una reina sorprendente. La cuarta cualidad todavía más difícil es que ella era muy astuta, según los egipcios. Dicen que ella invento el jugo de uva y cuando invitaba a cenar a todos los emperadores, mandaba servirles vino de verdad, mientras que ella fingía beber, pues era jugo de uva, sabemos lo que pasa cuando uno se embriaga ¡lo cuentan todo!. La quinta y última cualidad es que era una mujer que «hablaba muy poco y escuchaba más». Con nosotros pasa al revés «hablamos mucho y escuchamos muy poco». Debemos trabajar en esta cualidad «afinar el oído», porque solo hay una cosa importante y María eligió la mejor parte «escuchar tu palabra Señor».
Para escuchar a los demás se requiere de sensibilidad, capacidad para sintonizar, saber leer lo que el otro nos dice con sus palabras y, sobre todo, con su silencio, sus gestos, su mirada… Escuchar es un verdadero don. Hay que aprenderlo y adiestrarse en él, porque el saber escuchar exige ponerse en el lugar del que sufre, acoger su historia personal, percibir el impacto que el sufrimiento tiene en cada persona, saber implicarse pero sin caer en el pozo del sufrimiento, mantener la justa distancia que permite seguir siendo uno mismo, conservar la autonomía y la claridad para poder ayudar.
La palabra que sale del corazón y habla al corazón del que sufre tiene un gran poder: «conforta, consuela, anima, guía, orienta, da vida y esperanza». Es palabra que se guarda, se agradece y jamás se olvida. María escogió la mejor parte que no le será quitada, nos podrán arrebatar todo en la vida, al morir nos podrán dejar sin nada, pero hay algo que nunca nadie nos podrá robar, nos podrá quitar y es aquello que hemos escuchado de Dios.
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