Quien pierde su vida por mí, la encontrará (Mt 16, 21-27)

La siguiente reflexión trae enseñanzas del Hno. M. Florentino (2011). Todos experimentamos en nuestra propia carne que nuestra vida terrena está muy marcada por limitaciones: ¿Quién ya no soñó con grandes cosas para sí mismo? ¿Quién ya no hizo proyectos para conocer otros lugares? ¿Quién ya no se sintió pequeño o impotente delante de algunas situaciones? ¿Quién ya no se miró en el espejo sin ver algo que le gustaría que fuera diferente? ¿Quién ya no tuvo miedo delante de una enfermedad? ¿Quién ya no descubrió que después de la adolescencia los años pasan muy rápido? no todas las cosas están en nuestras manos.

Oración a Dios Espíritu Santo
¡Oh Espíritu Santo!, alma de mi alma, te adoro; ilumíname, guíame, fortifícame, consuélame, dime qué debo hacer, ordéname. Concédeme someterme a todo lo que quieras de mí, y aceptar todo lo que permitas que me suceda. Hazme solamente conocer y cumplir tu voluntad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Lectura: Mt 16, 21-27
21 A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. 22 Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: —¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar! 23 Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: —¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. 24 Luego Jesús dijo a sus discípulos: —Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la salvará. 26 ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? 27 Porque el Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho. Palabra del Señor

Mensaje de consolación
Jesús nos dice: —El que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la salvará. Esta frase en el evangelio nos brinda una nueva oportunidad para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida en este mundo, nacemos en una situación determinada: un país, una familia, una cultura, una época con características propias y esta situación necesita ser abrazada y amada para que no sea un peso más en nuestras vidas. Crecemos, soñamos, realizamos algunas cosas, nos frustramos con otras y tenemos que luchar cada día con los nuevos desafíos. En algún momento también nos damos cuenta que más allá de toda agitación la vida está pasando. No hay dudas de que todos tenemos un fuerte instinto de defensa de la vida, queremos conservarla, queremos aprovecharla, queremos prolongarla; seguramente es para los que aman la vida que Jesús dice: —Quien quiera salvar su propia vida, la perderá; pero quien la pierde por mí, la encontrará. Todos quieren salvar su vida pero cada día vemos que muchos la están perdiendo, Jesús nos advierte que quien piensa que salvar la propia vida es pensar solo en sí mismos, se está engañando grandemente.

Cuando una persona está calculando lo que va ganar con las otras manipulándolas para sus propios logros, entonces se está arruinando así misma; cuando una persona se hace la ciega para no ver los problemas de los demás porque no quiere tener preocupaciones ni estrés, entonces se está hundiendo; cuando una persona tiene su tiempo de deportes, tiempo para divertirse, tiempo para compras, tiempo para eventos sociales, tiempo para tratamientos de belleza, pero no tiene tiempo para escuchar a nadie, no tiene tiempo para una obra de caridad, no tiene tiempo para participar en la iglesia, no tiene tiempo para la familia, entonces su vida aun por más ocupada que ésta sea, se está vaciando completamente.

Mientras buscamos salvar nuestras vidas solo pensando en nosotros mismos, entorpecidos por el egoísmo, estamos solo cavando nuestra propia tumba. Al contrario, quien por pensar en los demás casi no tiene tiempo para sí mismo, está creciendo de verdad; quien busca estar siempre disponible para las necesidades de los demás y siente placer en el servicio, está haciendo brillar sus cualidades; quien no tiene miedo de amar y siempre encuentra un tiempo para cultivar la amistad, la fe, la vida, está llenándose de alegría y paz; quien sabe dar atención a los otros, sabe reconocer sus valores y le gusta elogiar lo que otros hacen, está conquistando defensores; quien es capaz de renunciar a una comodidad o algún privilegio para estar al lado de alguien que lo necesita, está demostrando que ya descubrió lo que en la vida es importante; quien se encontró con Jesús y ya decidió ser feliz lavando los pies de los demás, éste ya aprendió la gran importancia de la vida, ya encontró la verdadera vida, perdiendo la suya por Jesús.

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