No juzguen (Lc 6, 37-42)

Vivimos en un mundo lleno de acontecimientos que requieren de un buen juicio, pero es difícil, y más aún cuando necesitamos tomar una decisión critica en nuestra vida, el juicio humano es limitado, estamos viviendo un sistema judicial totalmente contaminado donde uno nunca puede esperar una buena justicia, y es limitado por nuestra fragilidad humana porque hay cosas que parecen y no son. En el Evangelio según San Lucas en el capítulo 6, versículos de 37 al 42 nos dice:

Oración a Dios Espíritu Santo
Ven Espíritu Santo, entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Ven Espíritu Santo, riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Lectura: Lc 6, 37-42
37 No juzguen, y no serán juzgados; no condenen, y Dios no los condenará; perdonen, y Dios los perdonará. 38 Den y Dios les dará. Les darán una buena medida, apretada, repleta, desbordante; porque con la medida con que midan, Dios los medirá a ustedes. Entonces Jesús les puso también este ejemplo: -¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 40 El discípulo no es más que su maestro, pero el discípulo bien formado será como su maestro. 41 ¿Cómo es que ves la basura en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? 42 ¿Y cómo puedes decir a tu hermano: «Hermano, deja que te saque la basura que tienes en el ojo», cuando no ves ese travesaño que hay en el tuyo? Hipócrita, saca primero el palo de tu ojo, y entonces verás bien para sacar la basura del ojo de tu hermano. Palabra del Señor

Mensaje de consolación
No juzguen, y no serán juzgados. Es una enseñanza que contiene la promesa de un cambio dramático en sus relaciones personales. Las enseñanzas de Jesús respecto al “No Juzgar” hace que las personas se vuelvan carismáticas, son el tipo de personas a las que otros se sienten atraídos y con las que quieren estar; son la clase de personas que otros buscan para pedir algún consejo. (El Peligro de Juzgar, 2012)

La hipocresía significa concentrarse en la astilla en el ojo de otra persona mientras que se ignora la viga que uno tiene en el propio. La integridad significa sacar el palo del ojo de uno. La misericordia significa quitar la astilla del ojo de otro.

Pero cuando pensemos en juzgar, vamos a transportarnos rápidamente a ese momento donde una mujer sorprendida en adulterio, que era perseguida por una jauría de hipócritas y arrastrada ante Jesús, señalaban el pecado obvio de ella, pero rehusándose a mirar sus propios pecados. Jesús se pone en frente de ellos y los reta: «Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.» (Jn 8:7)

Y tú qué sabes, que sabes de mi silencio; Dime que sabes, que sabes de mis secretos, que descubres de mi mirada, que intuyes de mis palabras; Dime que sabes, que conoces de mi alegría; Tú no sabes nada, no sabes nada, entonces por qué me juzgas, si no sabes nada.

Y yo que sé, que se yo de tu silencio, yo no sé nada, no sé nada de tus secretos, no sé nada de tu poesía, que se yo de tu melancolía, yo tampoco se nada. Entonces por qué te juzgo, si yo no sé nada, no sabemos nada, entonces por qué nos juzgamos, si no sabemos nada, no sabemos nada. (Hermana Glenda)

Juzgamos, somos juzgados y nos cuesta mucho trabajo perdonar, sin embargo, si vamos a Dios con un corazón arrepentido, nos perdona. Si vamos a él con un corazón deseoso de encontrarlo, entonces lo encontraremos y él nos perdonará.

4 ¿Quién eres tú para juzgar a un criado que no es tuyo? Si está de pie o si se cae, es cosa que solo le importa a su amo; pero se mantendrá de pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo. (Rm 14:4)

Tal vez tengas heridas muy profundas en tu corazón, causadas por daños, por ofensas, por actos, acciones, que nos han lastimado profundamente en nuestra vida y nos cuesta tanto trabajo perdonar, pero finalmente nos acordamos que donde hay perdón, hay amor y donde hay amor, esta Jesús; Y que Dios nos ayude a entender como nunca antes esta verdad acerca de juzgar. En lugar de vivir en una confusión en cuanto a quién y cómo juzgar, que nos ayude a aprender de él la manera de rechazar la hipocresía, escoger la integridad y mostrar misericordia.

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