Una historia de amor y misericordia

Estoy muy contento de poder compartir contigo una vez más una reflexión muy bonita para este tiempo de Adviento. Una historia de amor y misericordia por Mons. Roberto R. Vicario de Valencia para compartir en familia y disfrutar del bello significado de la Navidad.

La Navidad comienza con el amor de Dios que estallo un día con muchísima fuerza y desde la nada empezó a crear el universo e hizo tantas estrellas y en medio de todas las estrellas hizo un pequeñito planeta con muchísimo amor. Éste pequeño planeta que hizo con amor es la tierra donde Él puso el mar, las plantas, los animales, etc. Pero Dios se puso muy triste, porque Él hizo un universo tan bello, tan alegre para que viviera el hombre, pero el hombre se empezó a portar muy mal. Y así sembró el odio y el mal en el universo. 

Entonces llamo al Espíritu Santo y le dijo que cómo iban hacer ellos para poder rescatar ese universo bello que habían creado; y para no perderlo todo decidieron que el hijo de Dios, Jesús, se iba hacer hombre como nosotros para darnos la salvación; y entonces fue cuando tuvieron la idea de la encarnación y Él envió al Ángel Gabriel para que fuera a la tierra y el Ángel voló, voló y voló hasta el planeta tierra donde en una ciudad llamada Nazaret vivía una muchachita muy linda que Dios había creado para esa ocasión y que se llamaba María y el Ángel le explico todos los planes de Dios; y entonces el Ángel le dijo: —No te preocupes, ya que tu aceptas ser la Madre de Dios, vamos a hablar con Papá Dios. Y Papá Dios escuchando lo que María le había propuesto mando que el Ángel Gabriel bajara otra vez a la tierra, al mismo pueblo de Nazaret, aprovecho que San José estaba dormido y en un sueño lo despertó y le dijo que el niño que iba a tener su novia era el hijo de Dios, que se casara con Ella, y José se caso con la Virgen. Los dos estaban muy enamorados y decidieron cuidar para siempre al hijo que Ella tenía en su barriguita. Después tuvieron que irse para un pueblo que se llama Belén que quedaba muy lejos, en un burrito que tenía San José y cuando llegaron al pueblo el problema era que no tenían donde hospedarse, la pasaron muy mal. Tocaban y tocaban las pertas del pueblo y toda la gente que salía les decía: —¡No!, ¡no!, ¡no!, aquí no se pueden quedar. 

Finalmente consiguieron un sitio muy pobre, muy humilde, un pesebre que estaba destinado para que vivieran los animalitos: había una vaca, se metió el burrito que trajo San José, y había unas ovejitas por ahí. Entonces en ese lugar tan bonito se metieron San José y la Virgen María, prendieron una velita y se pusieron cómodos. Y esa noche ocurrió el milagro de la Navidad, que nació el Niño Jesús, el hijo de María y de José, que es nuestro hermano y nuestro redentor, el niño más bello del universo. La Virgen estaba tan contenta cuando lo tuvo. Entonces había unos pastorcitos que estaban en el campo cuidando a sus ovejitas, de pronto el cielo se puso bien raro, bien bonito y apareció una cantidad de Ángeles que decían: —Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Y les dijeron que fueran a visitar a Jesús que había nacido; y entonces ellos sabían por los Ángeles que el lugar estaba marcado por una estrella en donde podrían encontrar al Niño Jesús, y al llegar todos sus corazones se llenaron de alegría. 

Después de eso también había unos Señores que tenían dos camellos y un elefante, eran los reyes magos y la estrella fue a buscarlos y los trajo poco a poco hasta que los condujo también al sitio de la Navidad donde había nacido el niño Jesús. Ellos llegaron y le ofrecieron oro, incienso y mirra. Que eran tres regalos que representaban que Jesús es Dios, es Rey y que además va a dar la vida por nosotros. Este es el misterio de la Navidad, que el Niño Jesús se hizo nuestro hermano para arreglar el universo a través del amor y de la misericordia que Él nos enseñó a vivir. El Niño Jesús creció, se hizo grande, dio la vida por nosotros en la cruz y después subió al cielo, pero ahora está escondido en la hostia, cada vez que uno va a misa lo puede ver ahí y confiar en su misericordia y en su presencia entre nosotros.

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