Dios busca a los perdidos (Lc 15, 1-7)


«El Señor es mi Pastor con Él nada me falta, en verdes praderas Él me hace recostar» (Salmo 23, 1-2). Y en esta ocasión nos preparamos para ejercitarnos en un bello campo de verdes praderas ubicado en Lucas capítulo 15, versículos del 1 al 7.

Oración de inicio
¡Ven, Señor, Jesús! Yo soy la Raíz y el Hijo de David, la estrella radiante de la mañana. El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven, Señor! Quien lo oiga, diga: ¡Ven, Señor! Quien tenga sed, que venga; quien lo desee, que tome el don del agua de la vida. Sí, yo vengo pronto. Amén ¡Ven, Señor, Jesús!

Lectura: Lc 15, 1-7
Entre tanto los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo. Los fariseos y los maestros de la ley murmuraban: —Este acoge a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les dijo esta parábola: —¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar a la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando da con ella, se la echa a los hombros lleno de alegría, y al llegar a casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: ¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!. Pues les aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Palabra del Señor.

Mensaje de Consolación
¿Quiénes son los publicanos? ¿Quiénes son los pecadores? ¿Quiénes son los fariseos y maestros de la Ley? y ¿A quiénes les dirige Jesús está parábola? Comencemos respondiendo a las preguntas para comprender mejor el texto. Los publicanos, son los recaudadores de impuestos, reunían tributos para el imperio romano; Los pecadores, en el texto, se hace referencia al resto de la gente que querían acercarse a Jesús para escucharle; Los fariseos y los maestros de la Ley, son los que se caracterizaban por observar y cumplir con rigor la Ley de Moisés, seguían muy de cerca la misión de Jesús y el texto de Lucas nos dice que murmuraban: —Este acoge a los pecadores y come con ellos. Es a los fariseos y maestros de la Ley a quien Jesús les dirige esta parábola, más aún, no solo ellos se acercaban a Él, sino también, publicanos y pecadores, por lo tanto el mensaje es para todos los que se acercan a oírlo.
Entonces, Jesús nos pregunta: —¿Quién de ustedes, si tiene cien ovejas y se le pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va a buscar a la descarriada hasta que la encuentra? Jesús quiere que pensemos como Pastor, entonces sería bueno conocer algunas cosas sobre el Pastor y sus ovejas, por ejemplo: ¿Cuál es el trabajo de un Pastor? ¿Cómo es una oveja? y ¿Por qué se llegan a perder las ovejas? El Pastor tiene una relación íntima con cada una de sus ovejas.  «En verdes praderas me hace recostar» (Salmo 23, 2) Les arregla las pezuñas que son como las uñas que crecen constantemente y muy rápido, pero el suelo demasiado húmedo pueden infectar las pezuñas, causando mal olor y mucho dolor, las ovejas que padecen esta enfermedad no pueden caminar y no pastean lo suficiente; «Repara mis fuerzas» (Salmo 23, 3) Les corta la lana, o mejor dicho las esquila, y es que esquilar a las ovejas cada cierto tiempo es necesario porque además de que les permite moverse con confianza y seguridad, las mantiene saludables y felices. «Me unge la cabeza con perfume» (Salmo 23, 5) El Pastor prepara un bálsamo, es como una crema que les pone a sus ovejas en toda la cara y hocico para protegerla de bacterias y enfermedades.

El Pastor llama a cada una de sus ovejas por su nombre (Juan 10, 3), las conoce bien, entonces Él sabe cuál es la oveja que le falta, sale en su búsqueda, no regresa hasta encontrarla y cuando la encuentra la carga sobre sus hombros. ¿Recuerdas algún momento de tu vida donde hayas actuado como el Buen Pastor? ¿Algún amigo que ayudaste a salir de algún problema? Cuando pensemos en el Buen Pastor cargando a la oveja perdida, no nos imaginemos una oveja bonita, mansita y humilde, porque estas ovejas son las que tienen menos probabilidad de perderse, no hay razón para quedarse en el camino, son las que se dejan asear por su Pastor; mejor pensemos en una oveja grande de 27 años, o con los años que tengas y mira como Jesús nos toma  con sus manos para llevarnos sobre sus hombros.

Quién no se llenó de cadillos por jugar en el monte, cadillos en el pantalón y en los calcetines. ¿Cuáles son los cadillos que nos molestan? ¿Nuestros pecados, errores, miedos…? ¿Cuáles son las cosas que nos hacen cojear en la vida, que nos retrasan, que nos causan dolor y nos enferman? ¿Cuáles son los problemas o amenazas que hacen que nos escondamos? Hay una noticia en el internet titulada “La oveja rebelde que se ocultó 6 años en una cueva para no ser trasquilada” de Loyer Wies. Nos habla de una oveja que se autoexilio y fue a esconderse, «era una oveja que buscaba su libertad» según el autor, pero salirse del redil para ir a esconderse en una cueva, eso no es libertad. Una oveja caminando sola es presa fácil, porque donde hay ovejas, siempre hay un lobo detrás de ellas. Y la parábola de Jesús nos habla de una oveja que se perdió, tendría infectadas las pezuñas, no se habrá dejado esquilar, talvez se llenó de cadillos y se fue quedando atrás o se hizo la loca y fue a buscar que se la comiera el lobo, seguro la estaba pasando mal, con mucho frío y luego en medio de la noche de repente se oye «Auuu» un aullido de lobo, un aullido de hambre y la oveja se llena de miedo, su corazón se acelera,  se arrepiente de haber huido y comienza a rezar, en eso ve que no la muerden, ni nada y cuando abre sus ojos, es su Pastor que la ha encontrado, empieza a hablarle con cariño y comienza a curarle sus heridas y a quitarle sus cadillos, uno por uno. Dejémonos encontrar por el Buen Pastor, porque mira qué curioso, una oveja no come, ni tampoco busca agua por sí sola, es el Pastor quien provee todo, es Jesús quien nos conduce hacia fuentes tranquilas, si lo seguimos con Él nada nos faltará.

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