Cultiva un carácter alegre (Mt 11, 2-11)
Conocemos el Amor de Dios, sabemos que hay que «amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos». Ahora vamos a conocer lo que es la Alegría de Dios y es aquella que demostramos cuando nos alegramos por la alegría del otro, también es aquella que manifestamos aun cuando las cosas no van bien, esta brota desde adentro y no por lo que vemos afuera, sino que nace desde nuestro interior, al sabernos hijos de Dios, porque Él prometió que no me abandonará, el tiempo no se ha acabado, yo tengo esperanza de que todo mejore, yo tengo recuerdos de haber superado cosas más duras que estas, no estoy solo, tengo amigos y no debo tener miedo, porque el mundo es bueno, el mundo está salvado por Cristo.
Oración a Dios Espíritu Santo
Tu que lo aclaras todo Espíritu Santo, Tu que me aclaras todo, que iluminas todos los caminos para que yo alcance mi ideal. Tu que me das el don Divino de perdonar y olvidar el mal que me hacen y que en todos los instantes de mi vida estás conmigo. Quiero en este corto diálogo agradecerte por todo y confirmar que nunca quiero separarme de Ti, por mayor que sea la ilusión material. Deseo estar contigo y todos mis seres queridos en la gloria perpetua. Gracias por tu misericordia para conmigo y los míos. Amén.
Lectura: Mt 11, 2-11
Juan, que había oído hablar en la cárcel de las obras del Mesías, envió a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú quien tenía que venir, o debemos esperar a otro? Jesús les respondió: Vayan y cuenten a Juan lo que están oyendo y observando: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia. ¡Y dichoso aquel que no se sienta defraudado por mí! Cuando se fueron, Jesús se puso a hablar de Juan a la gente: ¿Qué salieron a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento? Pues ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo están en los palacios de los reyes. Pero entonces ¿que salieron a ver? ¿Un profeta? Sí, y les aseguro que más que un profeta. Éste es de quien está escrito: Yo envío mi mensajero por delante de ti; él te irá preparando el camino. Les aseguro que no ha surgido entre los hombres nadie mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. Palabra de Dios
Mensaje de consolación
La alegría es un fruto del Espíritu Santo y hay que buscarla, las cosas muy valiosas no se consiguen fácil, a veces hay que cavar mucho para conseguir un diamante; pero la alegría tú la tienes que cultivar, arregla tu casa, ordena las cosas y cultiva un carácter alegre. Fíjate bien, no es posible que un par de zapatos tengan poder sobre tu alegría, solo porque te quedan apretados y tus dedos engurruñados con ampollas ¡cambia de zapatos! se feliz y trata de hacer feliz a los que te rodean.
Mira, Juan el Bautista estaba pasando por un momento muy triste, sabemos que Herodes ordenó que le cortaran la cabeza; pero antes de esto, mientras Juan esperaba su destino tan cruel, se encontraba en una cárcel, era una fosa en donde lo arrojaron y ahí estaba cultivando su tristeza y después de la tristeza, vino la duda y aunque Juan había tenido una gran alegría ¡él había visto al Cordero de Dios! todo lo que Juan hizo eran motivos de alegría, pero al verse preso, perdió la alegría. Y cuando se acercaron sus discípulos para tratar de verlo, éste les mandó que fueran a preguntar a Jesús si Él es el que iba a venir o seguimos esperando a otro. Juan el Bautista, el profeta, dudando. Pero Jesús, no se enojó; Dios nos entiende cuando estamos tristes, Dios nos entiende cuando andamos dudando. Entonces Jesús curó y vieron como diez ciegos empezaron a ver, hizo caminar a paralíticos. Jesús hizo tanta alegría que todos en ese lugar se llenaron de gozo y mando a que fueran a informar a Juan de lo que sucedía ahí, entonces Juan al enterarse de las maravillas que hacía el Señor, recuperó su alegría, por eso pienso que Juan murió feliz.
Este es el secreto, «cuando tu no tengas alegría para ti, cuando no tengas motivos para sonreír, alégrate de la alegría del otro», porque la envidia es horrible, la envidia es que tú te entristeces de la alegría del otro, en vez de alegrarte, eso es la envidia. Ese es el demonio, la envidia y la envidia es una culebra verde, la Virgen Inmaculada aparece aplastando la envidia, que es la culebra verde, porque la envidia es una característica muy grande del diablo, el diablo que es el amargado más grande del universo.
Debemos tener cuidado de no ser un envidioso, y si ya somos algo envidiosos, ya es hora de empezar a cultivar un carácter alegre como el de San Francisco de Asís. La alegría tiene dos grandes enemigos, uno es la amargura y el otro es la envidia, qué es la amargura, es estar cultivando la tristeza o conmemorando las cosas negativas de la vida. Hay que eliminar la amargura, desechar lo negativo, además que todo eso afecta el organismo, te quita defensas y te desgasta. Debemos ser los administradores de nuestra propia serenidad con la ayuda de Dios, buscar la alegría, desterrar la amargura y desterrar la envidia. Alégrate del bien del otro, como si fuera tuyo.
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