Es necesario discernir los espíritus (1Jn 4, 1-6; 20-21 y 1Jn 3, 11)
Siento una gran felicidad de poder retomar este servicio de compartir la palabra de Dios a través de estas reflexiones muy sencillas, te saludo con mucho gusto y te invito a que sigamos orando juntos con la palabra de Dios. Empiezo esta reflexión bíblica en la primera carta del apóstol San Juan, capítulo 4, versículos del 1-6 y del 20-21, dice:
Oración a Dios Espíritu Santo:
¡Espíritu Santo, te pido que así como hiciste con la Virgen María, infundas en mi corazón el don de piedad para amar más y mejor, para convertir mi corazón en un corazón lleno de mansedumbre, caridad y amor como fueron los corazones de Jesús y de María! ¡Ayúdame a ser manso de corazón para llenar mi vida de bondad y benignidad y convertir cualquier acto de mi vida en un ejercicio de oración y de piedad! Amén.
Lectura bíblica (1 Juan 4, 1-6; 20-21)
1 Hermanos queridos, no crean a cualquiera que pretenda poseer el Espíritu. Hagan, más bien, un discernimiento para ver si pertenecen a Dios, porque han surgido en el mundo muchos falsos profetas. 2 En esto conocerán que poseen el Espíritu de Dios: si reconocen que Jesucristo es verdaderamente hombre, permanecen a Dios; 3 pero si no lo reconocen, no pertenecen a Dios. Más bien pertenecen al anticristo, del cual han oído que tiene que venir, y ahora ya está en el mundo. 4 Ustedes, hijos míos, pertenecen a Dios y han vencido a todos los falsos profetas, porque es más grande el que está en ustedes que el que está en el mundo. 5 Ellos son del mundo, por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha. 6 Nosotros pertenecemos a Dios. El que conoce a Dios nos escucha. El que no conoce a Dios no nos escucha. En esto distinguimos el espíritu de la verdad del espíritu del error. 20 Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. 21 Y nosotros hemos recibido de él este mandato: que el que ama a Dios, ame también a su hermano. Palabra de Dios.
Mensaje de consolación:
Vamos a hacernos esta pregunta, ¿Tengo a una persona, a quien no le hablo? si nuestra respuesta es Sí, entonces no amamos a esa persona. Seamos más directos, ¿Soy una persona que está haciendo el mal y busco hacerle el mal a una persona? si nuestra respuesta es Sí, no estamos amando a esa persona y por lo tanto no amo a Dios y el que diga que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso, sea quien sea, sin importar si es católico, cristiano, de otra religión o de ninguna, si no ama a su hermano, no ama a Dios.
Todo aquel que pretenda poseer el Espíritu, debe regirse y constituirse con este mandato: «que el que ama a Dios, ame también a su hermano», es decir, que ame a su hermano que no es de su religión, que no es de su partido político, a su vecino, a su compañero de trabajo, del grupo o de lo que sea, debemos regirnos por el amor para llegar a convertir nuestro corazón en un corazón manso como el de Jesús, un corazón manso que modera los arrebatos de cólera permitiendo tener un control de nuestras pasiones e impulsos, no para reprimirlos, sino para vencer el enojo y soportar las contrariedades con serenidad y permanecer llenos de vida, de bondad, de amor y de paz, que dan luz al mundo. Algunos dirán: es que yo soy así, así es mi carácter, yo tengo mal genio; pues no, así no es, eso significa una sola cosa y es que no tiene control de sí mismo, del como reaccionamos de lo que nos violenta o nos irrita.
Cuidado, porque hoy en día hay muchas personas que dicen amar a Dios y odian a las demás personas y son capaces de echarles plomo, de hacerles el mal, pero aman a Dios, solo que no es el Dios de María. Nosotros debemos ser eco del mandato de Dios que dice también en primera carta de San Juan, capítulo 3, versículo 11, dice: Ámense los unos a los otros, pues este es el mensaje que ustedes han oído desde el comienzo, no imitemos a Caín que era del maligno y mato a su hermano ¿Y por qué lo mato?, porque él hacía el mal y su hermano hacía el bien.
Entonces, ahora comprenden porque algunas personan en lugar de amar, deciden matar a los otros. Los que siguen a Caín, hacen el mal y andan buscando el momento oportuno para matar a sus hermanos ¿Por qué?, porque sus hermanos hacen el bien y ellos hacen el mal, y también cómo sus hermanos no se vienen con ellos a hacer el mal, hay que echarles plomo para acabar con ellos.
Jesús dijo que si el mundo los odia, pues el amor a nuestros hermanos es para nosotros el signo de que hemos pasado de la muerte a la vida. Y lo triste es que por predicar el amor, nos pueden lastimar, pero el que no ama ya esta muerto y el que odia a su hermano es un asesino, pero los asesinos no tendrán la vida eterna.
Señor Jesús, quiero ser testimonio de las enseñanzas de tu vida, conseguir tener un corazón manso, con sentimientos puros, todo es posible, quiero involucrarte en mi plan de vida, en mis proyectos, quiero servirte a través de mis hermanos, porque se quién eres Señor, Tú eres la vid verdadera, eres el pan bajado del cielo, eres la luz del mundo, eres el buen pastor, eres la resurrección y la vida. Concédenos también la gracia de cuidar un poquito más la lengua, como lo recomienda el Papa Francisco en una de sus homilías, respecto a lo que decimos de los demás, te lo ofrecemos como una penitencia y que a su debido tiempo dará frutos de mansedumbre. Se que esto es como un alimento para muchos y aguantarse el hambre puede ser difícil, pero esa hambre fructificará y nos hará mucho bien. Amén
Nos enseña el Santo Padre Francisco, que está gracia que le pedimos al Señor Jesús, es ley de la Mansedumbre, ley del Amor y ley de la Paz. Y nos pide que hagamos el intento de podar un poquito nuestra lengua, un poquito los comentarios que hacemos de los demás, evitando explosiones que nos llevan al insulto o al enojo fácil.
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